Ojos de paiche

Estación

Es verano y yo, metido en la cueva, hibernando
llorando rojos labios de tiempo

mi idea de ser niebla
se torna perfecta, aquí, en el centro del vacío
pero el olvido no existe en mi carne,
la inestable estación aún lleva charcos de uñas
en mi espalda

mi cabeza de lagartija hace estragos
en el estropicio de la sustancia,
su saliva se hace cáscara en mi boca

y mi memoria es un cuchillo mordiente
que crepita en el humus de mi tronco caído.


Paparrucha

Hay mucho invento en los días sin lluvia,
muchas noches falsificadas que destrozan el fuego

hay muchas sábanas vacías que envilecen
y no hay retorno a los revólveres
que soplan sepulcros de amor perdido

relámpagos embusteros, pieles de mármol
me dejan calato con mis escombros
en esta soledad humeante

hay tanta mentira en la costumbre
que te obliga a morderte las sienes
y escupir el veneno.


Ayuno

Sabrás, que solitario
sigo siendo tu extensión
y que asumo la muerte del tarso,
del singular de la vida,
que la fantasía me rasguña la conciencia
y me la desviste humana

sabrás también
que rehúso a cerrar mis venas,
a las tristes estampidas de vizcachas,
a la extinción del ronsoco que muerde mi tobillo,
al derrumbe de las casas de quinchas y esteras,
a la secreción del río que rompe las válvulas.

Sabrás que mi ayuno
es la desolación de la pierna,
la añoranza de tu pelvis,
que mi esqueleto ya no se retrata en la cocina
ni en la cama,
que el sueño líquido pasea inasible
por la veda del difunto

sabrás, sobre todo
que la lagartija se hace trenzas en la calva,
que mis huesos sudan frío
en la interrogante de tu saliva
y que espero como relámpago
en el ronquido de mi caballo cuaternario.


Hechos de mar

Estamos hechos de mar y de vaho submarino
sobre colchones ajenos que prestan una tregua

la sal de tu espalda hace tormentas en tus muslos,
entre aluviones de pechos el estupor de tu boca
y desmantela mi caída la noche
donde nadamos entre blasones.

Tu sonrisa no es la suavidad, es la fuerza de mi abandonado cuerpo,
es la sangre que danza en las murallas retorcidas
de un paisaje atravesado por tu saliva.

Sé que todavía guardas en tu piel
las holoturias elásticas de mis escombros.

Existencia

Me escondería tantas veces en los orígenes, que volvería sobre mis pasos y me perdería en una suntuosa fruta, despertando por las mañanas a los gallos. Si ves realizar esa quimera, no mires atrás, desabróchate el dolor, no oprimas el cerebro; si ves esa proeza, ten el coraje de no marchitarme, no sigas pensando que soy un cúmulo de desaciertos, ni la satisfacción de un cadáver promiscuo que surge de circunferencias, precipitando a los mosquitos que preñan mi cuerpo. Son demasiadas sombras, demasiado abandono; son preguntas que no responde mi olfato y que encausan un estremecimiento carnicero. Cuando leas en los márgenes, deshilacharás las centenas de veces que dije te quiero y serás siempre etérea con la piel de pronombres azules, propensa a mis molares. Hemos abierto las mañanas tantas veces, que siempre inseminamos el aire que respiramos, sobre conchas de mar que robamos a las playas. Si me escondo en los orígenes, no pienses que es un retroceso, sólo quiero saber el verdadero motivo de mi existencia.

Ojos de paiche

El miedo me excreta,
su textura me empapa de frío,
me deshuesa en silencio

no siempre se encuentra poesía en un difunto pájaro
ni en la cobardía de la realidad,
porque la tristura se hace un océano en el combate
y la resaca del cerebro, afea a la muerte.

Le están saliendo escamas a mi piel,
parece un paiche disecado
en el río que arde,
un paiche con los ojos de tachuelas
que no envía postales

van crujiendo los golpes que se amontonan
sin poder deshacerme del temor,
sin poder transpirar su perfume.


Calato

Me despierto calato bajo el algarrobo que cimbrea sus marchitas ramas
en el desierto envoltorio que cincela el pecho

camino calato sin ofertorios, con la prenda desposeída de tu órbita
en estas dunas fluviales donde no crece el lúcumo

ando calato y no desnudo
porque no me alcanza ni para las palabras
en estos sueños líquidos que me preñan
concubino de soledad

voy con rostro de revólver y calato
como faite perdido en el barrio, que quema su marimba
en las esquinas malsanas,
con la música de una quena vaticinio
en la intemperie que raspa los pies.


Claudia

Siempre avizoraba la luz cuando llegabas
lanzando cuchillos en mis albergues
con la mirada punzante en las fuerzas
y no cabía la sequía del panal,
ni la destrucción del enjambre,
no cabía animal sangrante,
ni verso azul en tu vestido,
sólo había espacio para los besos sin moldes,
los besos sin argucias,
los besos que abrían los silencios
y desenfrenaban al canalla del microbús remendado,
lanzado por la avenida sin pausa,
entonces, ya no buscaba un ataúd
para la miseria,
ya no buscaba el poema,
no me auscultaba el raído pecho
que incubaba callejones solitarios donde moría mi esperanza,
me bastaba tu quiebre y tu blue-jean de cinema
en los amaneceres altivos
para emocionar mi cara de cantina.
Ya no buscaba el poema,
me bastaba con decir tu nombre en plena hoguera,
nadar en tu ombligo,
desvestirme amansado por la albahaca de tus tardes
y adelgazarme fuerte, en las noches, hondamente lagartijas.


Disfraz

El tiempo sólo es un disfraz,
un encubridor de lo que hay en lo profundo,
es un mástil que golpea a un esqueleto cansado
en galope desbocado, lentamente por la sangre.

Todos los disfraces conspiran rasguñando la noche
sin hallar la voracidad de los rostros.

Todo lo profundo desea tocar la llanura
para desnudarse en la boca,
para extraviarse de los fantasmas que amortajan.

Y todo esqueleto necesita alegría,
necesita que le roben la tristeza.


Viejo Bolchevique

Y el amor empuñó una hoguera y me quedé sin aire. Desangelado, ya no reparto mi rostro por el tiempo, ya no concibo mis dientes por las calles, ya no duermo con mi cerebro desnudo, ni expongo mi lengua a los alambres de púas. Me voy anegando, con biombos que recortan la medida de mi destreza, la que asaltaba balcones para trepar por tu cuerpo, la que exaltaba tu cuerpo para invadir el monte y caer muerto en el pozo de tus válvulas fluviales; ahora soy ánima que intenta limar tu corteza. Y la corteza se entreabrió y el poniente perforó el hueso. Ahora todo es una cuesta; Cuesta que no abraza, que no abriga, que no aplaca al muerto que sigue muerto con perros que le ladran como tarareando una melodía fúnebre a un viejo bolchevique que se ha quedado sin patria. El amor parece un juego, donde siempre hay uno que pierde y el otro termina sin alma.


Muchedumbre

Entre toda esa gente que sonríe, estás. Y yo en medio, salpicado en mi dispersión, acercándome al exterminio, cada vez que intento treparme a tu pelo y el dulcísimo amargo me devuelve al muerto que llevo en la espalda, pero me arrancas media sonrisa y pierdo la cuenta de toda esa existencia que habla en un idioma que no entiendo. Siempre son tus ojos los que me arrastran y se extienden, de manera constrictora, por la vereda empinada, que me hacen caminar como un funámbulo experto. No se puede contener la emoción que rebalsa, que sacude cada centímetro de la piel donde se guarda el recuerdo. Intento vivir con ello, pero cada poro que segrega sudor me dice que estás en cada gota que derramo, en cada segmento de mi carne, incrustada sobre el manto protector del pericardio; que estás en cada máscara que me pongo al amanecer, en cada espectro que me visita y da gritos sobre la ventana. Lo mío es un ejercicio de supervivencia, un aprendizaje de la dictadura de la ausencia, que duele y que palpa tus muslos. Lo tuyo es todo lo astral que no coagula, es la materia del niño, es la sustancia que arde en mi pómulo, es la huida que se pierde talando el árbol que no sabe explicarle a la tierra de porque se hace mármol. Siempre aparecen los ojos de la serpiente que se clavan en mis ansias azules y ese color no diluye, no perece, no abandona; sólo va masticando mi muchedumbre que cuelga de la puerta y que va arrasando mis proscritos esfuerzos.



De muchos poemas creados del desamor nació este pequeño poemario. Ya que todos los poemas fueron escritos por impulsos de dolor, de vacío, de nostalgia, también necesito hacerles muchas correcciones, pero simples cuestiones de forma. Estos poemas fueron escritos desde la honestida, desde el subsuelo, también desde la rabia. Pero están ahí, los poemas existen y nunca pensé en borrarlos. Ya que nunca creo que se publiquen en papel, los muestro aquí; día a día iré poniendo un poema. Pero no todos.