domingo, 13 de septiembre de 2009

Des-cuento

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No conozco París. Sin embargo siento una extraña atracción hacia esa ciudad. Mi poeta y ser humano me martilla constantemente y me va empujando al abismo; dentro de la ignorancia, de los poquísimos conocimientos que tengo, me atrevo a escribir y muchas veces llego a caer. No escribo para salvarme. Soy un ingenuo y un soñador venido a menos. No se tiene que escribir con tristeza, debe de estar prohibido. Ahora siento que París se me ha ido de las manos. Y Madrid, no sé; está ahí, bajando las escaleras. Siempre me voy andando hasta la Puerta de Sol, no está muy lejos de mi calle. Casi diez años andando por esa ruta, viendo las caras tristes de las prostitutas de la calle Montera. Y Lima, lejos; voy perdiendo esos papeles, sin olvidar mi barrio: La Victoria, a lado del casco histórico de la capital. Barrio populoso, de gente humilde, que te daban de lo poco que tenían. Allí me críe, jugando al fútbol en sus jirones, en sus pistas con huecos, esquivando los carros con la pelota en los pies; tan delgadito, tan endeble y mis piernas ya se curtían. Voy perdiendo esos papeles, pero no esos recuerdos. Mi poeta desnuda más de lo que muestro. No se debe escribir con tristeza, me lo debo prohibir.

Se me va cayendo el cabello más rápido de lo que esperaba e intento albergar esos espacios que quedan con palabras que no sirven para nada. –Eres negativo, un pesimista- me dicen, pero no es cierto; soy realista y no tengo la culpa que la realidad sea así de cruel. –Pero aún así la vida me sigue gustando- respondo. Hace unos días le contaba a un poeta del cual me hice amigo que me he vuelto autodestructivo, que tengo costumbres que van perjudicándome, no le dije cuales. No me compadezco de mi mismo, sólo me auto-examino, para luego intentar prolongarme en alguna parte. Se me va escapando París de las manos y me invade la sensación de que no pertenezco a ninguna parte. Me desencajo. Pongo canciones viejas y me siento viejo, pongo canciones modernas y me siento viejo; pero sólo es debido la profunda. Mi sonrisa ya no será gratuita. Mi abuelo me enseño como debería ser un hombre, yo lo intento. No quiero tener que escribir nunca más con tristeza, pero no puedo, mi poeta también me empuja a ello.



Gio.

3 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

No te lo prohíbas, Gio. Tampoco peques de nostálgico, que conduce a la melancolía.
Somos como somos. Escribimos de la única forma que se puede hacer:con las entrañas.
Un abrazo.

virgi dijo...

Eres puro escribiendo, Gio. Te das a las palabras y ellas te lo agradecen. Leerte es seguir el sendero de la poesía. Así que sigue en ella.
Un abrazo

Bibiana Poveda dijo...

es un bellísimo texto, Gio. bello en su esencia: eso de "no pertenecer". sabées cómo se entiende... pero, en definitiva: ¿será que alguien "pertencece" a algún lugar? ¿no es más que otro sueño eso?
somos partes de...y nos dividimos y multiplicamos.
un abracísimo!