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El hombre no mengua
sólo se pone un yelmo de desatinos,
un yelmo tragaluz,
revestido con el hierro oxidado
del gusano sonoro de su silueta
el hombre guerrea
contra la hipnosis de la dolencia,
contra la hiedra del forrajero
que lóbrego, sujeta la flaqueza
de la aurícula melancólica
que se injerta en la garganta
el hombre va masticando
la costilla que se calla,
la costilla que se fermenta
y se acumula
en la desembocadura de su aliento.
Gio.
4 comentarios:
Una lucha férrea, a veces sin más arma que ese disfraz revestido de fiereza. Muy buenos versos.
Un abrazo.
muy bueno gio, trataré de estar, si la espalda y las historias familiares me lo permiten acompañándote amigo.
Ese "yelmo tragaluz" que a veces nos ilumina y otras nos ciega. Estoy seguro de que derrotarás a la "hipnosis de la dolencia".
Cada vez me gustan más tus poemas.
Un abrazo castellaneuskolimeño.
Hasta pronto.
Te ha acabo de descubrir por mediación de otro blog y aún estoy impresionada del hallazgo.
Me han llegado tus palabras, tus poemas. Sin duda alguna, me quedo entre ellas.
Un saludo.
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