viernes, 19 de octubre de 2012

Los valses olvidados

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La ciudad es una esponja gris
con marineros atados a su desembocadura
sus gatos desaparecieron de los techos
ya dejaron de ser despensa de los pobres y escasean sus guisos
como dalias cantineras.
Han demolido la quincha y el barro donde hubo una mesa al medio día
han disecado a la gente con ojos desorbitados
sus perros ya no ladran sus cantatas por la excesiva humedad de los peces
pero la calle sigue golpeando con otra intensidad.
Se han corrompido las palomas de las iglesias
el resto de los pájaros se devoran entre sí como bueyes sin tierra
no existe la intimidad en los cerros
todos aparecen en una televisión fúnebre con la dentadura pareja
las avenidas siguen como enjambres que desatan los números
en su despliegue de luces sepultadas por el plástico.
Poco es lo que queda de mi memoria
los restos de una infancia en la casa derribada
las niñas orugas que besaba en las esquinas
los choros ya no se sientan en las veredas como ruiseñores
viendo una pelota levitar en los pies de niños
los murciélagos ya no habitan en tanques oxidados no sobrevuelan por mi cabeza.
Mi callejón del caño solitario ahora yace en canciones en mis letras en valses olvidados
la antigua ciudad desaparece con sus arpas
pero el humo de sus madrugadas siguen salpicando en las pupilas.







Gio.

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