martes, 27 de octubre de 2009

Un poema de Leopoldo María Panero

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LA FLOR DE LA TORTURA

(Túpac Amaru en los sueños de la prisión)

Busco aún mis ojos en la Mano
en la Mano y en el suelo,
y recuerdo que fui hombre,
antes
de que el metal hiciera arder mi cuerpo
entero como una bombilla,
como una bombilla quebrada por la Mano
del hombre sin cabeza, cuyos pies sólo veía,
cuya Mano
explorar mi cuerpo como en busca del mapa de Todo.
¡Oh los pétalos de mi vida que caen, los cristales de mi alma
que ya son sólo carne, carne en llamas
y una mujer en los brazos de otro!
¡Oh mi amor, mi amor entero, cuyos pies sólo veo!
¡Oh mi nombre, mi amado, mi esposo, quisiera
ofrecerte mi falo esta noche quemado
y mis ojos también, mientras arañas
con tu mano torpe la bombilla queriéndome,
y el látigo de tu voz desmiente mi cabeza
!Esto era la cabeza que hubo
esto el metal de tu voz.
Esto la carne en pedazos por el suelo, por el suelo
como un espejo roto que recuerda
a todos los hombres.Ya no soy yo sino eso que torturas,
y una sola flor en la cabeza,
dos en el pie, y cinco en el escroto.
Al final, como un regalote escupiré mi nombre al suelo.
Y quedará vacía por entero mi alma, sólo amors
ólo pasión de ti y de tu boca de acero,
de tu Mano que se mueve curiosa entre mis pelos,
que aplica electrodos con premura, tiernamente
a través del laberinto de mi cuerpo.
¿Querías saber mi nombre? Soy el Fuego,
y toda la marea de los dioses
aparece en mi frente. ¿Querías saber quién soy?
Yo soy un gato, una gota de agua salada en tu Mano
arena de la playa para que en ella como un niño juegues.
¿Te gusto más desnudo? Para que con mí juegues, sin duda
es mejor mi piel que el inútil
enigma de mi ropa.

No es nada ya mi cuerpo: tómalo,
hunde tu falo, y que te ame
como el agua ama el pie que en ella se hunde.


Del libro: "El último hombre" (1983)

Leopoldo María Panero (Madrid 1948)
Narrador, ensayista y poeta. Panero es uno de esos poetas malditos al que tanto se le rinde culto y se le sigue, y a la vez es repudiado por ciertos sectores, incluso. Pero eso no impide que Panero ya sea un grande en la poesía de lengua castellana. Padece una esquizofrenia que lo mantiene internado por voluntad propia en un pabellón psiquiátrico, donde mantiene vivo su interés por la literatura. Su primer libro «Por el camino de Swan» en 1968, fue el inicio de una cadena de publicaciones entre las que vale la pena destacar «Así se fundó Carnaby Street» 1970, «En Teoría» 1973, «Narciso en el acorde último de las flautas» 1979, «Dioscuros» 1982, «Poemas del manicomio de Mondragón» 1987 y «Heroína y otros poemas» 1992.

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