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En tus ojos
anidaban los albatros
que picoteaban mi garganta,
haciendo que mi cuerpo
se hundiera en la carne,
con las antorchas salpicando la firmeza
del acero maleado
por el sendero de tu profusa boca
en tus ojos
las impalas habitaban ebrias de caballos
que rumiaban lámparas,
con el vértigo
de la soldadura de tus dientes
y en esas cuencas afiladas
yo vivía incesante
con los tímpanos absorbidos
por tu lengua.
Gio.
6 comentarios:
Te sienta bien la madrugada...
¡Ooooh! Esas imágenes de animales eternos como el tiempo me encantan.
Bravo.
Un placer leerte.
Paso a desearte unas bonitas fiestas z un muz buen 2011.
Los animales que anidan en nosotros.
Siempre tan poderoso.
Besos
A veces me ahogo un poco al leerlo, pero los tres primeros versos y los tres últimos me gustan muchísimo (sobre todo los tres últimos, son magníficos). Un abrazo
Anouk, y por qué te ahogas?
Anda, cuenta.
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