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Yace un material humano en su condición
que se pone la piel de cerdo,
se embarra de fango hasta la coronaria,
se hunde sin paracaídas,
se destruye rematando al hombre,
sobreviviente de sus errores mortales.
Se le ha apagado el fuego y camina condenado a su inútil valor,
a la culpa que se hace esclava en el pecho,
camina condenado a la base de un cristianismo
que amputa la garganta,
se enreda en su selva subterránea y desemboca en desiertos,
baja el ancla, atronando sobre la cabeza el dolor del naufragio.
¡Odia su ser! Y se mete en la carne de cerdo,
come cuchillos, traga balas, patea el vientre, golpea su mandíbula,
se envuelve en la neblina muerta,
cava su fatiga para enterrarse.
Gio.
4 comentarios:
Toma ya!
duro duro. éstos son los que me gustan
Como tú dirías, Gio: Ya.
Pero yo seré más explícito: no me extraña.
Déjame que te de un abrazo (los aplausos no se me dan bien).
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