sábado, 19 de enero de 2013

¿Por qué el blog se llama "El Plebeyo"?

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Esta explicación la quería escribir hace años, pero no sabía como hacerlo. Tampoco estaba seguro de dar alguna explicación sin que nadie me la hubiera pedido y por otro lado no me gusta estar dando explicaciones a nadie. Sin embargo hoy me apetece contar por qué mi blog de poesía se llama "El Plebeyo".

Como ya saben algunos lectores y amigos, yo nací en Lima - Perú, en el distrito de La Victoria: uno de los barrios populares de Lima, allí viví hasta los 14 años; me crié en medio de un ambiente muy familiar, en La Victoria también vivían mis abuelos maternos, los hermanos de mi madre y algunos de mis primos. Estudié la primaria en un pequeño colegio estatal del mismo barrio y por ende casi todos mis compañeros de aula también eran de la misma zona. La Victoria es junto con el distrito del Rímac y con Barrios Altos (barrio del distrito del Cercado de Lima) cuna de la música criolla. Dentro de lo que se conoce en el Perú como música criolla, también se considera la música afro-peruana, ambas se inician desde la llegada de los españoles y los  esclavos africanos al Perú. Aquí debo indicar que dentro de lo que es la música peruana, a parte de la criolla y la afro-peruana, está también la música andina (la música netamente autóctona) que es muy rica en géneros y estilos. La música criolla transformó géneros musicales importados, como el vals vienés, la polca, las mazurcas, las jotas españolas, teniendo también influencias de la música francesa e italiana de la época, haciendo un estilo propio, limeño. A principios del siglo XX la cultura musical criolla se desarrolla con más fuerza y vitalismo, teniendo en ella una identidad limeña y peruana; entre los géneros más importantes se encuentran el vals criollo (o peruano), la marinera limeña, el tondero y el festejo. Este vals criollo siempre ha sido parte de la bohemia limeña, ya que las letras de sus canciones tenían un tono bastante lírico, melodioso y también festivo (en este caso las polcas criollas son casi todas alegres y bailables). Muchos de los poetas peruanos fueron también compositores de canciones criollas.

Esta breve y tal vez pobre introducción sólo es para poner en conocimiento para quienes no lo saben el origen y la importancia de la música criolla en el Perú. Ahora voy al meollo del asunto. Yo crecí escuchando música criolla y boleros, en mi casa mi madre ponía todas las mañanas, desde que tengo uso de razón, un programa de radio donde se escuchaban puros boleros y al medio día, a la hora de almorzar, música criolla (pero también siempre me gustaba poner los vinilos de los Beatles que tenía mi padre). Me aprendí muchas letras de canciones de boleros y de valses, pero era y soy un negado para el canto, quise aprender a tocar la guitarra, lo intenté, pero se me hacía complicado, lo que realmente me apasionaba por cuestión de instinto era la percusión y aprendí a tocar el cajón, instrumento afro-peruano. Tenía como 6 años cuando empezaba a tocar en todo lo que tuviera buena percusión; la mesita de noche de la cama de mi madre era la principal víctima de mis practicas musicales (mi madre se hartó de eso y casi me agarra a palos una vez que estuve apunto de romperle la madera de su mesita por darle tanto golpe) sonaba bien, hasta que pude coger un cajón por primera vez y fue bestial, mágico, instintivo, era feliz tocando, el ritmo ya lo llevaba en la sangre, aprendía sólo de escuchar los diferentes ritmos afros y criollos. Y claro, una cosa es tocar a tu aire, improvisando y otra es tocar con un conjunto y armonizar el sonido, acompañar una canción, eso lo aprendí después, ya de mayor, pero siempre todo de oído, nunca fui a academias ni a escuelas musicales. Todo era escuchar música y tocar. En casa de mi abuelo se cultivaba la música (mi abuelo tuvo diez hijos, cuatro mujeres y seis varones), tres de mis tíos son músicos, todos saben bailar y algunos cantan muy bien. Las fiestas familiares eran verdaderas jaranas. Mi tío Juan tocaba la guitarra y cantaba en una orquesta de salsa; mi tío Hugo también tocaba la guitarra y otros instrumentos, en su juventud cantó profesionalmente, pero no se dedicó a eso; a mi tío David (el menor de los varones) le gustaba más el Rock y tocaba la batería en un grupo, él solía llevarme a sus ensayos y cuando terminaba de ensayar me dejaba la batería y me enseñaba a tocarla. La sensación era fantástica, era un niño que disfrutaba con la música, quería saber más y la idea de poder cultivarla me ponía contento. Mis padres nunca incentivaron esa inquietud en mí, ellos querían que me dedicara a estudiar, así que no me tomé en serio a meterme a aprender, tampoco tenía la disciplina necesaria, quería hacer tantas cosas (como futbolista, pero tener que entrenar no me gustaba y me di cuenta con el tiempo que no era muy bueno en eso; practicaba judo y karate, pero lo dejé) que nunca me concentraba en una sola.

Había dicho que iba al meollo del asunto, pero ocurre que me disperso, me pasa lo mismo cuando mantengo una conversación con alguien. A ver si logro resumir ahora. Entre todas esas canciones a ritmo de vals peruano que escuchaba con atención para aprender la cadencia y sus letras, hubo varias que eran mis favoritas, pero sobretodo una de ellas era la que en cierto modo dejó una marca en mí: el tema se llama "el plebeyo" del músico y compositor Felipe Pinglo Alva (que dicho sea de paso vivió en Barrios Altos y en La Victoria) canción que fue compuesta originalmente en ritmo de vals peruano en 1930. La letra cuenta el amor entre un obrero y una chica de la aristocracia limeña, que no pueden estar juntos porque estaba mal visto y casi prohibido, por parte de esa rancia aristocracia, la unión de dos personas de diferentes clases sociales. "Luis Enrique el plebeyo, el hijo del pueblo, el hombre que supo amar", como dice la letra, reclama la igualdad en el amor, que viene a ser también la lucha social de siempre. "El plebeyo" es un vals social que entendí desde niño y un día, investigando, conversando con gente mayor que vivía en La Victoria, me enteré que esta canción fue censurada en 1939 por el dictador que gobernaba el Perú en aquella época, Óscar R. Benavides. Mientras más crecía y conocía cosas que en el colegio nunca me enseñaron, empezaba a tomar cierta conciencia social, las propias experiencias me hicieron ver cosas que muchos no veían o no querían ver. A los pocos años dejé de ser creyente y católico (por muchas razones, la principal: el propio razonamiento). La calle me enseñó muchas cosas y también el comportamiento marxista de mi padre (él era abogado en Lima y la mayoría de sus clientes era gente pobre, gente que vivía en la periferia de Lima, a los cuales mi padre no les cobraba por sus servicios). Esa canción siempre ha estado en mi cabeza y cuando decidí crear este blog, el que he cerrado y abierto unas cuantas veces, no me pensé demasiado el nombre, se llamará el plebeyo, me dije. También es lo que siempre me he considerado, un plebeyo.






Gio.

2 comentarios:

Óscar Pirot dijo...

Hola querido Gio, gracias por esta delicia, es una especie de "autobiografía musical" que me incita a conocer más la música de tu país y su riqueza. Por otro lado, pese a que nadie debe explicaciones a nadie, en este caso se agradece que compartas la experiencia que se esconde detrás del título de tu blog. Yo al menos me siento atraído y conmovido por tu experiencia. Un abrazo grande y que el amor siga siendo el mejor de los caminos.

Lasinverso dijo...

pues el título de El Plebeyo despierta curiosidad, al menos a mi me sucedió así desde las primeras veces que lo visité. Quizá por eso ha sido una agradable sorpesa encontrarme este post. Tu historia me ha recordado que el nombre de un lugar especial merece celebrarlo y compartirlo. Tomo nota

saludos