sábado, 28 de septiembre de 2013

Reyerta

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Entonces fue la punta del abismo lo que cultivaba el cráneo
en la altísima fiebre de tus bordes
con el potro de bronce extranjero de tus caderas
esta provincia nocturna y mañanera
bebió del agua de tu espino sangrante pujante de almas
en los confines de mi pene ignorancia exaltado a los siglos
en el refugio oceánico de ruta almendrada
y fui sedicioso en tus alturas
mientras mis muertos me manchaban
en la meseta de un hombre antiguo
un hombre lagarto de razones que cede a su tristeza eólica
era el apogeo del tiempo en tu axila
tu puro nosotros incierto
una mandarina frecuente a tu hierba
y yo que no estoy hecho para las cimas
ni para el gigante suburbio encerrado en tu alma.









Gio.

1 comentario:

María Sotomayor dijo...

Siempre es la punta del abismo lo que nos aumenta el vértigo o los miedos.

Beso Gio!