lunes, 24 de agosto de 2015

Inmarcesible


Sonríe el niño y mi suarda garúa erosiona la aguja
compensa la muerte la equidistancia de los hospitales
la calle ensancha los ojos antojados
vuelve la mirada como el pan viento de un brebaje
sonríe la semilla y el granizo germinado
levanta los brazos porque sobran bicicletas
la confusión se desgasta con el frescor chorreante
de una voz trenza en el barro
cuadernos confines se coronan videntes
y el niño inunda la arteria el portón
un vaso de púas doblando las letras
madriguera aeródromo para los pies
del peso adjetivo de treinta y ocho años
un equipaje de cien mil losas de cisterna
sonríe el niño en su muchedumbre
lanza su barca sobre la arena de un tobogán
¿hacía qué flecha su bárbaro?
¿qué columpio la tardanza de la edad?
¿qué lejano el vino de sus dientes?
aritmético el mundo en la cabellera del hombre precario
sonríe el niño e incendia necio la llanura.







Gio.

4 comentarios:

Nino dijo...

Es casi un delito que no tengan comentarios tus últimos poemas publicados. Los he leído intermitentemente en distintos momentos y hoy he dedicado un rato a leerlos con más tranquilidad. Todos juntos. No eres fácil, pero qué fuerza, qué poderío, qué imágenes más intensas y exaltadas. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muy bien parido.

Giovanni-Collazos dijo...

Gracias por tus palabras, Nino.

Un abrazo.

Giovanni-Collazos dijo...

Gracias, jordim.