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De súbito, nos encontramos con el tiempo transcurrido
que no limita la candela que se mantiene con la brisa
que no se oxida
que no se extingue
que no perece en la hoguera propia del roce cotidiano.
Tal vez no lo sepas pero esa brisa está cautiva
en las miradas inequívocas que no ceden
en la fuente caliza que nos mantiene febriles
en el calentísimo sol que se vierte en la paupérrima habitación
que nos cobija
despides luz desde tus fuentes
siempre que te inspiro a revelarme tu prestidigitadora benevolencia
que cunde a dispersión perversa
el conjuro perpetuo que nos condena a propagarnos entre el fuego
sin dañarnos ni un solo palpito
de los cuales me siento esclavo, entrelazado en tus pliegues
me resbala la conciencia esquiva
de mi disgregado acribillamiento
porque vivo entre algodones de azúcar, en tu locura desnuda y recostada
a pesar que de súbito el tiempo nos haya puesto
a merced del relinche de un espejo
te despojaría, ahora mismo de tus inapetencias
sólo con el roce de mis dedos, con un soplo de mi aliento.
Del poemario: "Un Advenedizo en Madrid"
2007-2008
Gio.
5 comentarios:
Esos versos que se alrgan, ese aliento lírico.. Me gusta.
Bravo, Gio!!!
No me quedo con un verso, me quedo con todos. En el último tercio de la lectura... entras en barrena. Diossss!
Besos... y reverencias, poeta.
Laura
Vuela, Gio, que sigo tu aleteo de poeta.
Un abrazo
Me chifla el final
cuando el amor quema, es más amor
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