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Concedida la fuerza, la debilidad se estremece
el martirio es masticado mientras los ojos se esquilan
se amortaja en su poncho,
confunde la eternidad con el instante,
se divide en sangre, culebrea en sombras
huye de su largo escalofrío
con zancadas de petrales,
en duplicados que remangan las rodillas,
en la humedad de la ceniza
concedida la fuerza, el yelmo se acomoda
se zurce la madera en las arterias que apuñalan
porque no hay clavos que la intemperie no doble.
Gio.
5 comentarios:
super fuerte. me encantó, Gio.
la última estrofa, genial.
abrazo.
la eternidad no es otra cosa que el instante
un abrazo, colega
La fuerza termina siendo demasiado relativa, pero siempre andamos buscando yelmos o corazas que nos aislen del dolor.
Un saludo!
Como un mantra, se repite el verso. Como algo ancestral. Y los opuestos...La grandeza de lo débil.
Y tu vocabulario íntimo y único.
Cpincido con Bibiana. La última estrofa: genial
Carmen
Versos dibujando los inmolados rincones de nuestro fluir interno. Un poema casi surrealista.
Saludos.
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