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Me descalabro, en la imagen de tu sexo galopando, hacia mi salto con pértiga.
Después de haberme alimentado de la carne de tu cúpula
ahora sólo queda mi desgarro de venas abiertas.
Extraño nuestros vicios de orcas asesinas,
de amantes profusos, que dislocaban el suelo.
Sabes que el demonio que nos agita la sangre
nunca ha desaparecido.
Gio.
5 comentarios:
Muy bueno, macho, la pértiga, las orcas.
Abrazos cachicuernos.
Hasta pronto.
Hermoso y preciso verso final.
Lo que se vivió nunca se aparca en un álbum de recuerdos, se queda en las raíces del alma. Lo bueno y lo peor.
Bravo.
Carmen
Me gusta la fuerza que tiene, y en especial el último verso.
:)
Cuanto más leo este poema, más me gusta. Y sucede que siempre me asomo otra vez para leerlo, cosa que ocurre sólo cuando me gusta de verdad, profundamente, un poema. Y ahora me gusta más el verso de las orcas asesinas...es magnífico.
" Sabes que el demonio que nos agita la sangre
nunca ha desaparecido. "
Uf, esto puede dar mucho juego. Me gusta.
UN ABRAZO.
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